miércoles, 30 de marzo de 2011

Nanas para Clara

Ayer se fueron mi hermanita y mi sobri, recién nacida, para su casa. Tan lejos, tan lejos, que no podemos verla crecer, ni calmarle cuando llora, ni echarles una mano para cuidarla, y que ella y el señorito D. puedan descansar de vez en cuando.

Poco se puede hacer para remediar eso, pero hoy escuchando a un monstruo, Tom Waits, me he acordado de la nana más bonita y casi seguro, la más hipnótica que jamás he escuchado, Lullaby. Se la dejo para los malos momentos.

Una cosa lleva a la otra, y así, no he podido evitar acordarme de otra, que aprendí de pequeña, en euskera, evidentemente, no en los brazos de mi madre, que no lo habla. He buscado desesperadamente una versión que me gustara pero es difícil que las nanas no pierdan su esencia cuando son cantadas ante un público que no es un bebé. Estaba a punto de desistir cuando de repente me he encontrado a Plácido Domingo cantando la nana, MI nana, Haurtxo Polita, junto a su madre que, casualmente, es de Guetaria. No es exactamente lo que quería pero la ocasión me ha parecido más entrañable, más íntima y más real que cualquier otra.

martes, 29 de marzo de 2011

Sociedad Filarmónica II: Brad Mehldau


El viernes pasado, invitadas por un buen amigo, mi hermana y yo fuimos a la Sociedad Filarmónica a ver qué nos ofrecía este pianista de jazz y si andaban por allí los socios rancios de esta nuestra querida sociedad pija. Había una mezcla divertida de gente. Los progres, hippies e intelectuales dispuestos a oir al pianista y el resto, los socios de la Filarmónica, que tenían derecho a una cantidad limitada de entradas aunque no fueran ellos quienes organizaban el concierto.

Al entrar en nuestro asiento, por descuido rocé la cabellera de una señorona que con una sonrisa (menos mal) me dijo: Ehh, cuidado, que venimos de la pelu! A mí me dieron ganas de contestarle: Cuidado tenga usted, que lleva tanta laca que ha estado a punto de rayarme mi Gucci. Pero me callé, la señora me había caído bien. Y sonreía. Puede que hubiese tomado algo porque minutos más tarde la vi caer en un profundo estado de relajación. Vamos, que se quedó dormida.

Fue un placer escuchar a este monstruo al que se compara con Bill Evans y que ha tenido el privilegio (eso dice el señorito R) de tocar con Pat Metheny, pero sobre todo fue un placer ver por primera vez en el escenario un tipo sin chaqué, con una camiseta de algodón y un pedazo tatuaje que le ocupaba todo el antebrazo, interpretando sus propias creaciones.

Yo a esta gente la veo como no-humana, tan lejos de mí y de mis capacidades que nunca me siento capaz de hacer un crítica medianamente constructiva, pero si sirve como opinión, digo (igual que en otras ocasiones lo he dicho con otros solistas) que ahora mismo cambiaría todo lo que tengo, incluido mi trabajo asegurado de por vida y excluidas las personas que quiero, por tener la manos y la cabeza de Brad Mehldau.

domingo, 27 de marzo de 2011

Sociedad Filarmónica I: recuerdos de adolescencia

Hubo un tiempo en que me extrañaba que cuando me refería con naturalidad a la Filarmónica, me encontraba gente de Bilbao que no sabía ni por asomo de lo que hablaba. Luego me fui percatando de que ese teatro, que para mí era tan familiar, se trataba de la sede de una sociedad reservada a unos pocos, y de que, en realidad, la rara era yo por acudir con 16 añitos a escuchar música clásica entre gente de la "high society" cuya media de edad superaba los 60 años.

Apenas unos pocos frikis normalmente pianistas jóvenes frecuentábamos aquella sala. En mi caso, mis padres fueron los que me apuntaron y me pagaron las primeras cuotas porque según la opinión de la profe era muy conveniente para mí. No era fácil hacerse socia, las plazas eran muy limitadas pero la edad de los socios jugaba a mi favor así que acabé consiguiendo el número treinta y algo de socia.

Existe una regla no escrita que establece que si eres de la clase alta bilbaína debes formar parte casi obligatoriamente de este chiringuito, con independencia de si te gusta o no la música clásica, y otra, que si eres mujer, debes de pasar por la peluquería antes de ir al concierto. Salvo honrosas excepciones la gente que aparecía por allí no tenía demasiada idea de lo que oía pero era obligatorio opinar: Ohh, qué maravilloso concierto, qué sensibilidad, cómo toca. Yo siempre me indignaba con los comentarios, que no dependían de si el intérprete era bueno o malo (siempre eran excepcionales!), sino de si los temas era suficientemente clásicos o románticos para los y las oyentes de pelo cano ( Chopin, Mozart, Bach, Liszt), o de si lo tenían en su colección de discos, de vinilo, por supuesto, y la versión se parecía o no a la que habían tocado. Ni siquiera yo, que estudiaba música y en algunos casos tocaba las mismas obras que ellos, podía conseguir hacer una crítica minimamente seria. Por allí pasaba gente como Jessie Norman, Richter, Pablo Casals, Victoria de los Angeles, Andrés Segovia, Rostropovich, Rubinstein, gente que hacía magia con su voz y con sus dedos y a los que únicamente se les podía achacar ( yo lo hacía internamente) que no supieran utilizar su capacidad más que para copiar, para interpretar cosas que otros habían creado, es decir, para hacer lo que hacía yo y que tanta impotencia me provocaba.

Para mí lo divertido de acudir a aquellos conciertos, salvo que tocaran algo más o menos conocido, era ver quién se dormía, o quién y en qué momento, para evitar las toses, comenzaba a abrir el caramelo de menta, de esos de papel duro que, cuando el pianista tocaba un pianíssimo, se escuchaba en la sala como el más atronador sonido, provocando el enfado de todos los de alrededor.

Que esto no desanime a nadie. Si nos olvidamos del ambiente rancio que se respira, el resto es increíble. Poder escuchar a gente como la que os he citado, del más alto nivel, en una sala pequeña y tan bonita como la Filarmónica es siempre un lujo y si tenéis la oportunidad de asistir alguna vez, no la dejéis pasar. Para quienes os gusta el jazz, dos espectaculares cantantes, Madeleine Peyroux y Stacey Kent, en breve y sin necesidad de ser socia.

viernes, 25 de marzo de 2011

Conversaciones de mierda

Odio que la gente te cuente sus problemas digestivos o intestinales a la mínima, sin ningún respeto, sin ninguna consideración, sin ninguna necesidad , sólo como tema de conversación, como si estuvieran comentando que hace un día estupendo. Pensé que había una norma clara que establece que de eso no se habla salvo que sea estrictamente necesario ( no puedo ir a trabajar, tráeme algo de la farmacia, no entres en el baño, etc...) Y es que es decirlo, y ya no me puedo quitar de la cabeza a él o la protagonista en el wáter, sentados, haciendo fuerza o no, rodeados de sus sólidos, líquidos y/o gaseosos.
Una recién llegada a la oficina: “Me voy a poner un cafecito a ver si me hace efecto. Es que soy de un estreñido….como mi madre“.
A ver, tía, estoy aquí tranquilita, tomándome un té, sin molestar a nadie. ¡Ponte el café y no me des explicaciones! ¿Es necesario de verdad que vengas a contarme cuántas veces evacúas? ¿ Y cuántas veces lo hace tu madre? ¡Ni siquiera sé cómo te llamas y vienes a contarme que a tu madre le cuesta cagar! ¿Por qué?¿ Me he metido yo contigo? ¿De verdad puedes pensar que eso puede tener algún interés para mí? ¿De verdad que no tienes otro tipo de comentario banal?
Otra que se sienta enfrente de mí pero con la que no intercambio apenas palabra porque hemos tenido una medio-bronca: “Uyy, hoy estoy que me voy por la pata abajo”
Diooooos, ¿y a mí quéee? ¿ Por qué me lo cuentas? ¿Tanto me odias? Es lunes, por Dios, todavía no me he metido contigo ¿Qué buscas, que no me pueda quitar de la cabeza tu imagen en toda la mañana???!
Hay gente que incluso llega a darte detalles de peso, forma o textura. El otro día un amigo al que quiero mucho ( y que seguiré queriendo a pesar de lo que cuento) me suelta después de haber comido, delante de un café: “Yo necesito jiñar. Voy a echar dos bombas…..”
“Noooooo ¿Por qué? ¿Por qué estropeas esta deliciosa sobremesa? ¿Y con qué intención…? ¿No puedes decir simplemente "Voy al baño"? No quiero saber si haces dos, tres o cuatro bombas. De verdad, es una información totalmente prescindible.
Yo suelo permanecer callada en estos casos para que se perciba claramente que la información digestiva 24h. no es de mi interés, pero en este caso no pude callarme: “¿Y? ¿Necesitas ayuda?” Él, no sé si cortado o no, consciente o no, me respondió con un discreto “No, gracias. Ya me organizo”.

jueves, 24 de marzo de 2011

Placeres




Me encanta hacer viajes largos en bus (o tren), aunque es necesario que se cumplan dos condiciones básicas: que tengas dos asientos para tí, y que todo el mundo que viaje en él, incluido el chófer ajuste el volumen de su radio, móvil e incluso su voz a un nivel imperceptible, al menos para mis oídos cuando escuchan la música del Ipod.

Cuando esas dos condiciones se dan a la vez, me acomodo, me pongo mi música, alta, y cierro y abro los ojos para disfrutar intermitentemente sólo de la música o de la música y el paisaje.

Alguien pensará que la situación tiene poco de especial pero para mí se concentran un par de factores fundamentales que hacen que disfrute un montón. Por un lado, la soledad. Cuando se viaja en autobús casi siempre se va sólo, yo al menos. No tienes que romperte la cabeza en dar conversación al de al lado. Pueden pasar horas y horas, con TU música y TUS pensamientos. Poco se puede hacer que no sea leer o escuchar música. La soledad en casa no es la misma. Siempre surgen cosas que hacer (ordenar esto, ver tal programa, cocinar...) que pueden distraer tus pensamientos.

Por otro lado, los paisajes increíbles, y diferentes unos de otros se suceden. Las urbanitas prácticamente sólo desde el autobús podemos encontrar espectáculos como esos que os he puesto y que se me presentaron así, sin tener que reservar ni pagar nada este finde mientras viajaba a Salamanca.

Y hoy no tengo ganas de escribir más.





jueves, 17 de marzo de 2011

Puta casualidad

Escribo en caliente. No me responsabilizo de lo que salga.

Una vez se presentó un señor inmigrante en el Ayuntamiento indignado. Quería solicitar un certificado, un informe, lo que fuera, donde se aclarara que ellos tenían derecho exactamente a las mismas ayudas que cualquier otro ciudadano y no más. Estaba harto de tener que soportar los comentarios de la gente que, sobre todo en época de crisis, les acusan de tener privilegios, de conseguir ayudas antes que nadie, de conseguir pisos antes que nadie, etc.
Hoy, en el gimnasio he tenido que morderme la lengua para no insultar, para no enfrentarme a dos pavas que hablaban exactamente en los mismos términos. Al parecer y según sus palabras habían pillado a una “morena” rebuscando en las taquillas por si quedaban euros olvidados ( Fijate, qué tragedia!!!) Que si es una vergüenza; que si no les deberían dejar apuntarse ; que si hay que prevenir antes de lamentar ; que si, claro, como es municipal y barato, se apuntan ; y que claro, como tienen todo el día libre; que si algunos se duermen en la biblioteca; que si conocen un caso de una pareja que le dieron a ella que era colombiana el piso antes que a él, que era de Bilbao, bueno no, navarro (¿eso es más o es menos?); que si las cosas se pagan con nuestros impuestos y así…..
Queridas burguesitas:
Ójala la puta casualidad, que es lo único que hace que una persona nazca en un sitio u otro, y que salga de un color más negro o más claro (Repito, la puta casualidad. No es que tengáis un derecho adquirido, que este privilegio de nacer en un país del primer mundo se compre, se herede o se consiga por méritos propios), os hubiera hecho nacer en un país como el Congo, en guerra durante décadas y hubierais tenido que escapar de ella atravesando todo África para llegar a nuestra frontera .
Ójala la puta casualidad os hiciera convertiros en inmigrantes mujeres negras en un país en crisis como España y tuvierais que salir a las calles a pedir trabajo porque por fin, despues de años en España, de presentar miles de papeles en las oficinas municipales, consulares y estatales, y de que os traten a veces como basura, habeís conseguido un permiso de trabajo. Os adelanto ya de lo que ibais a trabajar, putas.
Ójala la puta casualidad os hiciera llegar a tener que dormir en un albergue y que os echaran a las calles a las ocho de la mañana y efectivamente, no se permitiera la entrada a unas putas negras al gimnasio, no vaya a ser que roben.
Ójala la puta casualidad hiciera que ni siquiera tuvierais una plaza en el albergue y que un segurata de malas formas os echara de la biblioteca porque os habéis quedado dormidas.

Yo no estoy ciega. Evidentemente, la pura lógica (en este caso, no es la puta casualidad) me dice que hay más posibilidades de que robe en una taquilla o que se quede dormido en una biblioteca un inmigrante que un paisano, o lo que es lo mismo, un pobre que una burguesita. No me imagino a un Mario Conde o a un Jaume Matas buscando moneditas en las taquillas o robando una cartera. Eso no sería elegante.
Y la pura lógica me dice que habrá más inmigrantes que accedan a ayudas que burguesitas, por la simple razón que son, como regla general, más pobres que nosotras.
Y además la pura lógica me dice que, igual que muchos vasquitos y vasquitas se acomodan y dejan que quienes pagamos impuestos les solucionemos la vida pagandoles una renta básica, también habrá inmigrantes que lo hagan.
Pero la solución es sencilla. Si les tienen envidia, si creen que viven mejor y si quieren conseguir una vivienda de protección oficial, lo tienen fácil, dejen sus trabajos, sus ropas de marca, donen su casa si la tienen, soliciten la renta básica, apúntense al gimnasio, y a vivir!!!!

miércoles, 16 de marzo de 2011

Roma romántica

En el Ayuntamiento ofrecen un curso titulado El cuento del amor: Mitos del romanticismo y desigualdad . Es un taller para mujeres y hombres que intuyen que, detrás de la idea del amor en la que nos hemos educado, se oculta un sistema de prejuicios que nos condiciona y perjudica a unas y otros. Se trata de desmitificar ese amor trágico, romántico, que entre otras cosas ha contribuido a crear los mitos de la media naranja y un modelo de “príncipe azul” que también reprime a los hombres.
El romanticismo nos engaña, nos confunde, intenta hacer pasar por amor verdadero, actitudes y comportamientos, a veces con consecuencias muy dañinas, que no son más que exageraciones fruto,a menudo, de nuestras propias carencias: sin ti mi vida no tiene sentido, renunciaría a todo por estar a tu lado y bla, bla, bla.
Como dije el otro día, las cosas que aprendes, que se adhieren a tu piel y a tu cabeza durante años es difícil quitárselas de encima, por eso, aunque he conseguido librarme de la parte dañina de esa idea del amor sigo emocionándome con esas declaraciones y demostraciones ñoñas, cursis del amor romántico que a veces se escuchan. Hace poco salió en la televisión que la calzada de una calle de Sevilla había aparecido llena de pintadas que decían “te quiero” en diferentes idiomas. Mi hermana me contó que en su barrio una mañana el coche de una chica apareció totalmente cubierto por post-its que decían lo mismo. Y en una ocasión mi amor se hizo diez horas de bus de sábado a domingo para venir a una fiesta y darme un sorpresa ( eso sí es amor verdadero)
En Roma asistí, por supuesto en la Fontana de Trevi, a una petición de mano en toda regla con hincada de rodilla y anillo incluido. Fue alucinante ver las caras de emoción de los protagonistas y cómo toda la plaza, contagiada, se ponía a dar grito y a aplaudir a la parejita. Me encantó comprobar una vez más que las cosas van cambiando y que fue precisamente el chico el que, después de abrazar a la novia, emocionado, se puso a llorar como un niño.

martes, 15 de marzo de 2011

Roma-París

Si alguien se acerca por primera vez, para entender este post, debería pasarse primero por el titulado "La vie en rose. París".
Sí, ya sé que dije que Madrid no es París y que ya no tenemos 20 añitos pero, ¿puede alguien resistirse, si tiene la posibilidad, a encontrarse con su pasado?
Quise ver una especie de señal cuando justo en el momento que acababa de reservar mi vuelo a Roma, apareció como por arte de magia en el messenger. No pude evitar contarle que iba a estar estos días en su ciudad aunque la última vez cuando hablé con él, hace dos años, vivía por Madrid. El destino hizo que justo esos días, aquel amor de verano que nunca había vuelto a ver, estuviera en Roma. Me dió su teléfono y dudé mil veces antes de marcarlo, pero como muchas veces me pasa, decidí hacerlo ante la perspectiva de arrepentirme de no haberlo hecho. Su voz sonaba simpática, esperaba mi llamada y quedamos para tomar un cerveza, una sola, que no puedo dejar a mi niño solo en la habitación.
Y en este momento se me acaban las palabras. Abrí la puerta del hotel y allí estaba, como si el tiempo no hubiera pasado. Nos miramos apenas un momento para darnos un abrazo largo, interminable. Es imposible para mí transmitir lo que se siente cuando miras a los ojos a una persona que no ves hace 20 años y de la que te enamoras como sólo puede hacerse en verano y con 20 años. Que nadie se confunda, no se trataba nada parecido al amor ni al deseo. Me pareció que ambos nos mirábamos con emoción, ilusión, incrédulos, como los niños miran a los juguetes la mañana de Reyes.
Y hasta ahí lo jugoso, la emoción, la miga. Podría contaros cómo ha sido su vida en estos años, por qué se separó, que su hijo perdió la cabeza un verano que vino a España, que su hija estudia filosofía y se acaba de quedar embarazada de un chico del que pasa absolutamente y mil cosas más pero eso ya no tiene interés. Al día siguiente vino a buscarnos a mi niño y a mí para llevarnos de ruta y a cenar, y me despedí invitándole a que viniera con su hijo o su novia a visitarme a Bilbao.
Roma no defrauda.

domingo, 13 de marzo de 2011

Roma lucha!


Acabo de llegar hace unas horas y no he podido resistirme a dedicar mi primer post, no a la Roma monumental, la de los turistas, la romántica, sino a la Roma luchadora. Hemos pasado tres días completos pateando la ciudad y en ese tiempo nos hemos cruzado en dos días diferentes, con dos enormes, coloridas y masivas manifestaciones. Me ha encantado acompañar a la gente de la Union Sindical de Base el viernes a mediodía mientras íbamos de camino a plaza Navona. Desde un camión iban lanzando proclamas que a veces entendía y a veces no pero que casi siempre intuía .

Al día siguiente nos encontramos en la Plaza del Popolo con otra enorme concentración que al principio pensé que festejaba el aniversario de la Constitución. Más tarde me contaron que se trataba de defender la Constitucion aprobada en 1948 y que Berlusconi y sus esbirros querían modificar. Me emocionó ver tantísima gente, de todas la edades, con carteles, banderas y disfraces de todo tipo. Tuve la impresión de que no se trataba de una manifestación dirigida por políticos sino que realmente partía del pueblo, pero las impresiones no son más que eso. También, una italiana con la que hablé un rato me dijo que ella tenía la impresión de que en España todo estaba mejor y que no se abusaba de las clases trabajadoras.

Animada por el ambiente que se respiraba no pude resistirme a cambiar el regalo de la camiseta “ I love Roma” por otra mucho más reivindicativa.

martes, 8 de marzo de 2011

Trabajar para vivir

Una de las cosas que más solivianta a mi madre, y supongo que a otras muchas madres y padres educados en el franquismo, es mi total y absoluta falta de interés por trabajar. Cuando alguien saca el tema de la lotería a relucir yo siempre digo que quiero exactamente ( y como mínimo) la cantidad que me permita dejar de trabajar. Esto saca a mi madre de sus casillas que me mira con una cara mezcla de asco, y de estupor por haber educado a semejante desecho para la sociedad: Hija, desde luego….tienes unas cosas…
A mí sinceramente esto me alucina. Me parece tan surrealista que no puedo entender que ellos mismos no se den cuenta de la contradicción. Porque no es que mi madre sea un bicho raro, no, es que es una opinión que se escucha con frecuencia y no sólo en elementos de otra generación, también en los de la mía.
Hace poco me comentaba un amigo que tiene la suerte de tener lo suficiente para vivir sin trabajar el resto de su vida que mucha gente le dice: pero…a tu edad…eres muy joven para dejar de trabajar….. ¡Dios mío!! ¡Nunca se es joven para dejar de trabajar!!!!

El discurso de que el trabajo dignifica que no sólo usó el franquismo, sino que sigue publicitándose hoy en día, ha calado en nuestras mentes haciéndose extrañamente fuerte. Fijaos en el anuncio ese de un autónomo que hablando figuradamente con el sol le dice algo así como: Quédate con nosotros un poco más que aún nos queda mucho por hacer. Todo esto por supuesto envuelto en un halo de buen rollo que te haría pensar los autónomos molan, son trabajadores, son piezas esenciales para la sociedad, para nosotros, y con qué alegría lo llevan, si no fuera porque tienes las cosas claras y sólo consigues pensar: qué pringaos...

Por eso cuando mi madre me dice a modo de argumento irrefutable, pues cuanta gente hay que en cuanto dejan de trabajar, se apagan y se mueren, yo siempre pienso para mis adentros, ¿no será que han estado muertos toda su vida y no se han dado cuenta hasta entonces?

viernes, 4 de marzo de 2011

Tipos de gimnasio

Como aleccionada mujer que soy, llevo toda mi vida asistiendo a gimnasios y practicando todo tipo de disciplinas ( deportivas), sin embargo, ya hace tiempo que me cansé del horario fijo de las clases colectivas y opté por ir a mi bola y acudir a hacer deporte cuando me da la gana, o sea a ese pedazo de espacio enorme con montón de máquinas. Sería bastante aburrido si no fuera porque yo aprovecho para observar, clasificar e imaginar las vidas de los que por allí aparecen. Generalizando:
Mazas hombres o mujeres. Se pasan todo el día en el gimnasio porque no pueden, no quieren o no saben hacer otra cosa. Los tíos siempre se inflan más de lo que sanamente parece conveniente, llevan un cinturón de piel en la cintura y guantes en las manos. Las chicas ”mazas” son menos, por lo general suelen ser muy delgadas y fibrosas, llevan también guantecitos y van vestidas a la última. Entre ellos se comunican mucho, siempre sobre el mismo tema pero sí, forman una piña y suelen mostrarse como los dueños del gym.
Semimazas. Estos son siempre tíos, normalmente solitarios y se pasan montón de horas corriendo en la cinta. Deportistas natos a los que el finde me los imagino haciendo escalada, canoa, monte, bicicleta, en fin…. No parecen tener mucha vida social pero parece que el deporte les hace felices.
Parejitas. Hay mucha gente que acude en parejas pero también suelen ser de determinadas edades y sexos. Ejemplo: nunca he visto tíos de 45 años que vayan juntos pero sí en cambio mujeres de esa edad que se buscan una amiga con la que ir. Muchos jovencitos entre 16 y 25, sean chicos, chicas o noviecitos acuden en parejas. Me encanta escucharles contar sus batallitas y pensar como las viejas : Jjaaa... Ay Dios, qué perdidos estáis. (Exactamente igual que yo a su edad. Claro)
Extrovertidas. Son chicas. Pretenden conectar con todo bicho viviente y ser simpáticas. Suelen hablar alto para que la gente de alrededor les oiga y demostrar que vale la pena ser su colega. Suelen tener de 35 años para arriba y por lo general delgadas. ¿ Separadas? Casi seguro.
Ilusos/as. Los reconoces porque aparecen a principio de mes con sus barriguitas, sus michelines, sus buenos propósitos en la mente y creyendo que esto del gimnasio sirve para ponerse bellezón. Aproximadamente en dos meses desisten y se vuelven por donde han venido llevándose sus barrigas y sus michelines.
Semiautistas. Se ponen sus cascos, apenas sonríen, no miran ni a derecha ni a izquierda. Aquí estoy yo, evidentemente. Cuando me marché del anterior gimnasio, reflexioné y me percaté que en 6 años no había conocido ni a una sola persona y eso que dicen que en los gimnasios se liga mucho. No es que me sienta muy orgullosa de pertenecer a este grupo pero la verdad, para que una de las “extrovertidas” te ponga la cabeza como un bombo hablándote de sus cremitas, sus hijos, sus pretendientes o su madre, prefiero estar sola.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Cómo hablar de sexo con los hijos

Esta mañana cuando he abierto mi correo y he visto el artículo que proponía como tema principal una revista digital ( Conmishijos.com) que me suele mandar articulillos, lo he abierto ansiosa por si me aportaba y clarificaba algo: "Como hablar de sexo con los hijos". Recogía parte de un libro escrito por una siquiatra francesa. ¡Una siquiatra y encima, del país de la liberté!
Pues entre otras barbaridades decía que a partir de los 3 años, a algunos niños les puede intrigar o molestar el ver desnudos a sus padres y por eso, cuando ya tiene 5 años, no podemos seguir paseándonos desnudos ni bañar juntos a los hermanos de distinto sexo.
Añadía que los besitos en la boca son vistos como cosas de enamorados y por eso es mejor renunciar a dárselos a los niños (yo no los doy a mis hijos pero porque NO ME DA LA GANA)
Y que para hablar de sexualidad si no se quiere utilizar la palabras técnicas se utilice un lenguaje más plástico. En concreto dice que hay padres a los que incomoda utilizar el mismo vocabulario para designar los órganos sexuales de sus hijos y los suyos. No puedo abrir más lo ojos de estupefacción. ¿No son los mismos? No cita otros términos pero entiendo que se refiere a utilizar las palabras florecita, rosita, pito, pirulí, en lugar de vagina y pene.
Obvia decir que ya estoy dada de baja.

martes, 1 de marzo de 2011

Estupideces humanas

El otro día en el gimnasio, mientras descansaba entre serie y serie en una posición a cuatro patas bastante sugerente, o ridícula, según se mire, posé mis ojos en los hombres y mujeres que alineados en las máquinas corrían asfixiados sin avanzar ni un solo metro. Apenas nos paramos a pensar en los comportamientos, rituales y costumbres que esta sociedad a medida que “avanza” va aceptando como normales, sin embargo, mirando aquellos especímenes sudando, agotados, corriendo hacia ninguna parte me planteé en lo que pensaría un hombre del renacimiento o, sin ir más lejos, mi abuela, al ver aquella escena. No sé si resultaría fácil explicarles que el deporte es bueno para la salud, que hoy en día se hace difícil salir a correr al aire libre, que vivimos, cada vez más, en espacios cerrados y que esas maquinitas tienen muchas ventajas porque pueden controlarte los tiempos e incluso te ofrecen la posibilidad de ver tu programa favorito mientras corres.
Lo que sí me sería difícil explicar es por qué la gente se sigue casando si ya no es obligatorio para tener relaciones sexuales, ni para tener hijos, ni para compartir casa, por qué nos empeñamos en pasar por un ritual que fracasa en la mayoría de los casos y que sólo trae como consecuencia gastarse una pasta para volver a ser “libre”. Resulta comprensible cuando se busca un efecto burocrático, una nacionalidad, un reconocimiento de un hijo o una reducción de los impuestos, pero si lo que quieres es decir al mundo que amas a esa persona, que tu intención real, verdadera y sincera es quedarte con ella para toda la vida, existen otras formas más sencillas y originales sin que tenga que intervenir un señor juez o una señora concejala. Lo más alucinante de todo ( y ahora, de verdad, viene el motivo por el que escribo este post) es que ahora entre los especímenes de nuestra raza se ha puesto de moda o, mejor dicho, se ha llegado a tal grado de estupidez que la parejita en cuestión se casa un día y como el sitio no es lo suficientemente bonito o el día no es lo suficientemente adecuado para que venga tu tía la de Soria, contratan a un actor, que interpreta el papel de juez en el sitio y momento que te viene mejor y así todo el mundo mira embobado la representación del ritual.
Auguro que en unos años los contrayentes se irán de luna de miel y contratarán a unos extras que con su careta representarán la escena al completo. Al fin y al cabo a los asistentes lo único que les interesa es comprobar si los langostinos son mejores o no que los que pusieron en su boda, si el primo Julianín sigue engordando 5 kilos por año y si la tía Flori trae por fin a su nuevo amante. Al tiempo.