martes, 9 de agosto de 2011

Ellos son nosotros

Escucho las noticias sobre los disturbios de Londres y me quedo algo perpleja. Van ya tres días y todavía no escucho ni un solo intento de comprensión o explicación de los actos violentos, y mucho menos, por supuesto, de autocrítica. Enseguida las autoridades, y por detrás casi únanimamente los medios de comunicación, se han preocupado de aclarar que es "delincuencia pura y dura", que no hay nada de exigencias políticas. Rápidamente se les ha clasificado. Se habla de vándalos, delincuentes, se habla de “los malos”.
Es impresionante la capacidad que tienen quienes dan las noticias para posicionarse y dar su versión, esa versión tan básica, tan sencillita, tan "para que todos nos quedemos tranquilos". Desde el primer momento se deja claro que ellos son ellos, los otros, los que no son “nosotros”. Los buenos estamos de este lado, con la escoba, limpiando las calles, nosotros no agredimos, nosotros somos los cívicos, los que respetamos, los que formamos esta sociedad “civilizada”.

Pues a mí me deja alucinada esta forma de lavarse las manos. Yo tengo claro que ellos son “nosotros”, son parte y fruto de esta sociedad tanto como nosotros y tenemos responsabilidades clarísimas.
He leído por ahí que no buscaban comida, que no tenían hambre, y que es difícil pensar por eso, que esta situación sea una reacción a los recortes sociales. Que podría ser fruto de la impotencia por no poder tener las cosas que otros sí tienen, por no poder incorporarse al consumismo como otros grupos de situación económica más holgada, han hecho. Y esto parece que no gusta nada, les falta decir que lo quieren "pa vicio". Yo me asombro. Ahora queremos que los delincuentes también sean buenos, que roben, pero eso sí, lo que nosotros creamos justificado.

La sociedad de lujo en la que vivimos (o vivíamos) tenía al llamado tercer mundo, sus guerras, sus sequías y su pobreza, todo eso tan feo, lo suficientemente lejos como para que no molestara nuestras conciencias y nuestra tranquila rutina salvo en contadas ocasiones. Pero ahora están aquí. El cuarto mundo está aquí, entre nosotros, cada vez mayor, con problemas más difíciles de resolver. Hay gente que cada vez tiene menos, que cada vez vive peor, que cada vez lo ve más negro y consecuentemente, las manifestaciones más o menos violentas, más o menos indignadas, e incluso más o menos justificadas desde nuestro punto de vista "civilizado" van a ir a más.
Nuestros dirigentes y en general la sociedad "no delincuente" parecían pensar que esto era así de fácil, que el hecho de que los que tienen menos, cada vez tuvieran menos, no era un problema mientras no se murieran de hambre ( nuestro civismo no permitíría eso, claro) y no molestaran demasiado. Pero salir a la calle y ver que tu barrio se ha convertido en un polvorín en manos de gente totalmente fuera de sí, que no respetan nada de nada y ni siquiera eligen objetivos "legítimos", sienta muy mal.

Hay que “limpiar las calles", dicen, jugando con el doble sentido. Pues haberlo pensado antes, digo yo. Esos delincuentes son lo que habeís creado, lo que hemos creado, en definitiva, lo que somos.

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