Me encanta hacer viajes largos en bus (o tren), aunque es necesario que se cumplan dos condiciones básicas: que tengas dos asientos para tí, y que todo el mundo que viaje en él, incluido el chófer ajuste el volumen de su radio, móvil e incluso su voz a un nivel imperceptible, al menos para mis oídos cuando escuchan la música del Ipod.
Cuando esas dos condiciones se dan a la vez, me acomodo, me pongo mi música, alta, y cierro y abro los ojos para disfrutar intermitentemente sólo de la música o de la música y el paisaje.
Alguien pensará que la situación tiene poco de especial pero para mí se concentran un par de factores fundamentales que hacen que disfrute un montón. Por un lado, la soledad. Cuando se viaja en autobús casi siempre se va sólo, yo al menos. No tienes que romperte la cabeza en dar conversación al de al lado. Pueden pasar horas y horas, con TU música y TUS pensamientos. Poco se puede hacer que no sea leer o escuchar música. La soledad en casa no es la misma. Siempre surgen cosas que hacer (ordenar esto, ver tal programa, cocinar...) que pueden distraer tus pensamientos.
Por otro lado, los paisajes increíbles, y diferentes unos de otros se suceden. Las urbanitas prácticamente sólo desde el autobús podemos encontrar espectáculos como esos que os he puesto y que se me presentaron así, sin tener que reservar ni pagar nada este finde mientras viajaba a Salamanca.
Y hoy no tengo ganas de escribir más.
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