Acabo de terminar de leer la novela “Que fue de los Mulvaney “de Joyce Carol Oates. Me la dejó un amigo que casi siempre suele acertar con lo que me recomienda pero lo cierto es que me ha costado bastante terminarla.
La escritora es bestial describiendo la sociedad rural norteamericana. Me ha vuelto a traer a la memoria las historias que nos contaba mi hermano mayor cuando pasó un año entero viviendo con una familia de 7 hijos en Ohio. Historias como que sus “hermanas adoptivas” se levantaban cada día a las seis de la mañana para arreglarse con secador esos pelos, casi siempre rubios, que luego muestran en las fotos de la orla de fin de curso.
El libro te sumerge en ese ambiente de animadoras, de barbacoas, de domingos de Iglesia y bailes de fin de curso. Cuando ya tienes una visión que crees se acerca a la misma realidad, agrega nuevos detalles, que para mí, llegan a ser demasiados. Supongo que es cuestión de gustos. Me interesa más la historia y sus consecuencias, las reacciones de los personajes, sus miserias, que imaginarme en qué contexto estamos. En fin, que creo que la esencia se puede contar con menos palabras..
La historia es muy dura y, sin embargo, en mi opinión, muy repetida, muy cercana. Cuenta pormenorizadamente las vergonzosas reacciones que los idílicos miembros de una familia y, de manera colateral, los vecinos del pueblo, tienen ante un suceso brutal para el que no están preparados. Los seres humanos no estamos capacitados para salir de situaciones que nos rompen nuestra rutina, que rompen los lazos, los apoyos que de alguna forma nos estabilizan. Y es en esos momentos cuando cada uno saca lo más bajo, lo más vil, lo que llevamos escondido tras la máscara de cada día.
La escritora es bestial describiendo la sociedad rural norteamericana. Me ha vuelto a traer a la memoria las historias que nos contaba mi hermano mayor cuando pasó un año entero viviendo con una familia de 7 hijos en Ohio. Historias como que sus “hermanas adoptivas” se levantaban cada día a las seis de la mañana para arreglarse con secador esos pelos, casi siempre rubios, que luego muestran en las fotos de la orla de fin de curso.
El libro te sumerge en ese ambiente de animadoras, de barbacoas, de domingos de Iglesia y bailes de fin de curso. Cuando ya tienes una visión que crees se acerca a la misma realidad, agrega nuevos detalles, que para mí, llegan a ser demasiados. Supongo que es cuestión de gustos. Me interesa más la historia y sus consecuencias, las reacciones de los personajes, sus miserias, que imaginarme en qué contexto estamos. En fin, que creo que la esencia se puede contar con menos palabras..
La historia es muy dura y, sin embargo, en mi opinión, muy repetida, muy cercana. Cuenta pormenorizadamente las vergonzosas reacciones que los idílicos miembros de una familia y, de manera colateral, los vecinos del pueblo, tienen ante un suceso brutal para el que no están preparados. Los seres humanos no estamos capacitados para salir de situaciones que nos rompen nuestra rutina, que rompen los lazos, los apoyos que de alguna forma nos estabilizan. Y es en esos momentos cuando cada uno saca lo más bajo, lo más vil, lo que llevamos escondido tras la máscara de cada día.
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