Con esa expresión se refirió ayer a Gaza, Jesús Núñez, vocal del Comité Español de la UNRWA (Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos). Sus palabras, testimonio directo de lo que día a día está sucediendo en aquella zona del mundo, una vez más impresionan, en parte, porque a la gente no demasiado comprometida o informada sobre ello, poco o nada nos llega sobre lo que realmente pasa en las calles, sobre la situación cada vez más angustiosa que sufren las personas que allí viven, ligada al gran debate político sobre la posible creación de un estado Palestino.
Para que nos hagamos a la idea ( una vez más) en la franja de Gaza, con aproximadamente una superficie de 10 km de ancho por 40 de largo viven más de millón y medio de personas , y no precisamente como en una ciudad más o menos urbanizada o con servicios de alcantarillado o mínimas condiciones higiénicas.
La situación ha empeorado gravemente desde hace cuatro años cuando los israelíes entraron. Más de 40.000 niños están sin escuela (muchas fueron entonces destruidas y está cerrada la entrada de casi todo tipo de materiales de construcción); entre los que tienen el privilegio de asistir a clase, unos 30.000 no han logrado aprobar ni una sola de las materias del curso, lo cual es consecuencia evidente de los traumas y en general de la falta de esperanza que les consume . Además, en más de 60 años no se había detectado escasez de alimentos pero hoy en día ya van contabilizados más de 25.000 casos de malnutrición. Una situación que se teme que vaya a peor porque los países, inmersos en una crisis económica, que en mi opinión no va a terminar ya nunca, son cada vez más reacios a ser solidarios, y las organizaciones que allí trabajan cada vez deben trabajar con menos recursos.
Israel, obligada según las resoluciones de Naciones Unidas, a cuidar de la población de los territorios ocupados, incumple ésta y otras resoluciones con total impunidad y ni siquiera el esperado y aclamado San Obama ha sido valiente para romper con esa alianza. Europa, por su lado, ante las últimas destrucciones de infraestructuras a manos del ejército israelí ( entre ellas, una aeropuerto en el que España había invertido 9 millones de euros de los 15 que costaba), se limitó a enviarle a Israel un listado con la relación de daños causados. Valiente!!
Me encantó la seriedad que empleó Jesús Núñez para contar la situación, profesional, sin apasionamientos, sin exageraciones pero firme, dejando bien claro las evidentes y vergonzosas responsabilidades de los gobiernos y en parte, de la sociedad civil (¿ Lo diría quizás porque las personas que acudimos no llegábamos a diez?
Para que nos hagamos a la idea ( una vez más) en la franja de Gaza, con aproximadamente una superficie de 10 km de ancho por 40 de largo viven más de millón y medio de personas , y no precisamente como en una ciudad más o menos urbanizada o con servicios de alcantarillado o mínimas condiciones higiénicas.
La situación ha empeorado gravemente desde hace cuatro años cuando los israelíes entraron. Más de 40.000 niños están sin escuela (muchas fueron entonces destruidas y está cerrada la entrada de casi todo tipo de materiales de construcción); entre los que tienen el privilegio de asistir a clase, unos 30.000 no han logrado aprobar ni una sola de las materias del curso, lo cual es consecuencia evidente de los traumas y en general de la falta de esperanza que les consume . Además, en más de 60 años no se había detectado escasez de alimentos pero hoy en día ya van contabilizados más de 25.000 casos de malnutrición. Una situación que se teme que vaya a peor porque los países, inmersos en una crisis económica, que en mi opinión no va a terminar ya nunca, son cada vez más reacios a ser solidarios, y las organizaciones que allí trabajan cada vez deben trabajar con menos recursos.
Israel, obligada según las resoluciones de Naciones Unidas, a cuidar de la población de los territorios ocupados, incumple ésta y otras resoluciones con total impunidad y ni siquiera el esperado y aclamado San Obama ha sido valiente para romper con esa alianza. Europa, por su lado, ante las últimas destrucciones de infraestructuras a manos del ejército israelí ( entre ellas, una aeropuerto en el que España había invertido 9 millones de euros de los 15 que costaba), se limitó a enviarle a Israel un listado con la relación de daños causados. Valiente!!
Me encantó la seriedad que empleó Jesús Núñez para contar la situación, profesional, sin apasionamientos, sin exageraciones pero firme, dejando bien claro las evidentes y vergonzosas responsabilidades de los gobiernos y en parte, de la sociedad civil (¿ Lo diría quizás porque las personas que acudimos no llegábamos a diez?
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