Una de las mayores catástrofes de mi existencia,sucedió cuando apenas tenía 7 años y todavía creía en los Reyes Magos. En aquellos tiempos lo más de lo más era conseguir que la noche del 5 de enero te dejaran debajo del árbol o junto a los zapatos recién cepillados por mi padre, la Nancy, algún vestidito, o ya, si tu familia se rascaba los bolsillos, el armario para guardar sus ropitas.
Aquel año yo tenía claro que me había portado bien, era una niña buenísima, obediente y estudiosa y casi seguro que los Reyes, igual que eran capaces de subir a un quinto piso sin usar ascensor y entrar por la ventana, se habían enterado de mi buen comportamiento y me iban a traer la muñeca ansiada.
Pero los que son padres y madres lo saben, hay que estar espabilados para comprar los juguetes de moda porque se agotan, y los míos, o no lo sabían o se despistaron. Cuando llegué al salón aquella mañana me dirigí corriendo con una sonrisa hacia la caja de la Nancy, que claramente reconocí ( todavía creo recordarla) pero casi al momento, cuando miré dentro, mi cara ilusionada se transformó en una de profunda decepción porque dentro había.....¡una Nancy negra! Recuerdo que anunciaban la rubia, la pelirroja, la morena pero la ¿negra!?? Nunca la había visto ¿Cómo podía ser tan malo Baltasar? Eso era cosa suya. Seguro. Yo, entonces no entendía de reivindicaciones, ni de igualdad, ni de integración. Para mí aquello fue una clarísima traición que me enseñó que de poco sirve portarse bien y ser una niña buena, si el que tiene el poder decide que tus intereses no le interesan.
La historieta tiene un final feliz porque después de todo aprendí a quererla, aprendí a apreciar su preciosos ojos verdes e incluso diría que Negrita (qué nombre sino iba a ponerle) se convirtió en mis manos en una verdadera déspota con la Nancy rubia de la vecinita de enfrente y con la pelirroja de la del segundo, vengándose así del desprecio que yo desde el principio ví o imaginé.
jajaja muy bueno
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