Dicen que éste es el tesoro más valioso de la Casa de la Música de Viena. Son nada más y nada menos que las gafas de Franz Schubert, las que utilizaba para componer. Las pongo porque me quedé impresionada y admirada al escuchar que el señor Shubert componía una media de 6/7 horas diarias pero sobre un escritorio, vamos, que nunca tuvo piano. Eso para mí es ser un verdadero monstruo. Escribió más de 600 Lieder sin que apenas le temblara el pulso ya que casi nunca corregía lo que la inspiración le dictaba. A pesar de su increíble obra nunca logró estrenar ni publicar nada en vida. El pobrecito murió a los 31 años, después de dedicarse a la mala vida , contrayendo sífilis y gonorrea.
Os dejo el Impromptu Op. 142, n2 de este genio. No se por que, no me parece tan excepcional, pero cuando toco al piano este impromptu no puedo evitar que se me ponga la piel de gallina.
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