jueves, 24 de febrero de 2011

Tejero, feliz

Ayer cuando veía los alegres apretones de manos y abrazos de miembros de la política celebrando los 30 años del fracaso del golpe de Estado, me cruzó por la mente la idea de que allí faltaba alguien. ¿Dónde estarían los artífices del mismo? ¿Vivos? ¿Muertos? ¿Qué estarían pensando de la situación? ¿Seguirán siendo fachas de convicción o, por el contrario, la edad y los nietos les habrán ablandado como al padre de Kiko Matamoros ( incluso como al mío), y ahora votarán a la izquierda radical? Por un momento imaginé si no sería conveniente haberles invitado a la comida ¿Les habría humillado rodearse de gente celebrando precisamente su fracaso o por el contrario, seguirán en sus trece? ¿No habría sido graciosa una escenificación del 23F cambiando de lado los personajes, que el rey Don Juan Carlos haciendo gala de su ya conocida bocaza para hacer callar les hubiera invitado a la comida y en el preciso momento de sentarse hubiese lanzado un ¡siéntense, coño! a los que en su día lo pretendieron?
Total, que mi curiosidad me ha llevado a bucear en las vidas de estos personajes olvidados para comprobar que algunos siguen vivos ( Alfonso Armada y Tejero ) y para descubrir de paso una joyita que éste ultimo escribió en el ABC en 1981 después del fallido golpe. Es un documento que no tiene desperdicio que podéis leer aquí. Impresiona, de verdad. Para los que no os queréis leer todo el rollo os dejo unas palabras que para mí casi lo dicen todo sobre su concepción de la vida ( y de las mujeres)

Estoy casado con una maravillosa mujer, hija de guardia civil y maestra de profesión y vocación, honrada y española como la que más, una mujer religiosa y prolífica que ha enriquecido nuestra unión con seis hijos que son nuestro orgullo y nuestra fortuna, educados todos ellos a la sombra de la cruz y en el amor a su Patria. En partes iguales se distribuye nuestra descendencia: tres varones y tres hembras; de aquellos, uno ya es militar, y de éstas, dos están casadas, también con militares; un nieto y otro en camino aseguran la prolongación de la familia. A la vista de todo ello es fácil sacar en conclusión que soy un hombre completamente feliz.

Si entonces era feliz, hoy, a poco que hayan parido las mujeres-ganado de su familia, debe ser inmensamente feliz.

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