martes, 15 de marzo de 2011

Roma-París

Si alguien se acerca por primera vez, para entender este post, debería pasarse primero por el titulado "La vie en rose. París".
Sí, ya sé que dije que Madrid no es París y que ya no tenemos 20 añitos pero, ¿puede alguien resistirse, si tiene la posibilidad, a encontrarse con su pasado?
Quise ver una especie de señal cuando justo en el momento que acababa de reservar mi vuelo a Roma, apareció como por arte de magia en el messenger. No pude evitar contarle que iba a estar estos días en su ciudad aunque la última vez cuando hablé con él, hace dos años, vivía por Madrid. El destino hizo que justo esos días, aquel amor de verano que nunca había vuelto a ver, estuviera en Roma. Me dió su teléfono y dudé mil veces antes de marcarlo, pero como muchas veces me pasa, decidí hacerlo ante la perspectiva de arrepentirme de no haberlo hecho. Su voz sonaba simpática, esperaba mi llamada y quedamos para tomar un cerveza, una sola, que no puedo dejar a mi niño solo en la habitación.
Y en este momento se me acaban las palabras. Abrí la puerta del hotel y allí estaba, como si el tiempo no hubiera pasado. Nos miramos apenas un momento para darnos un abrazo largo, interminable. Es imposible para mí transmitir lo que se siente cuando miras a los ojos a una persona que no ves hace 20 años y de la que te enamoras como sólo puede hacerse en verano y con 20 años. Que nadie se confunda, no se trataba nada parecido al amor ni al deseo. Me pareció que ambos nos mirábamos con emoción, ilusión, incrédulos, como los niños miran a los juguetes la mañana de Reyes.
Y hasta ahí lo jugoso, la emoción, la miga. Podría contaros cómo ha sido su vida en estos años, por qué se separó, que su hijo perdió la cabeza un verano que vino a España, que su hija estudia filosofía y se acaba de quedar embarazada de un chico del que pasa absolutamente y mil cosas más pero eso ya no tiene interés. Al día siguiente vino a buscarnos a mi niño y a mí para llevarnos de ruta y a cenar, y me despedí invitándole a que viniera con su hijo o su novia a visitarme a Bilbao.
Roma no defrauda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario